Leer es uno de los descubrimientos más emocionantes para una persona. Es una habilidad esencial para el intercambio social, cultural y económico en la sociedad moderna, a pesar de que el 10 % de la población tiene dificultades para aprender a leer. En el centro comparamos las habilidades lectoras de la población típica y atípica (p. ej., personas analfabetas, sordas o disléxicas) mediante diversos métodos especializados (p. ej., EEG, fMRI, MEG, eye-tracking). Asimismo, estudiamos los mecanismos cerebrales que facilitan la lectura y su aprendizaje, los cambios permanentes y la función que genera este aprendizaje y cómo los ritmos del habla y las habilidades fonológicas contribuyen a la adquisición de la lectura.
La corteza occípitotemporal ventral izquierda (vOTC en inglés) es una región importante del circuito cerebral en lo que concierne a la lectura. Uno de nuestros objetivos es, por un lado, analizar hasta qué punto están involucradas las distintas subáreas de la vOTC en las computaciones ortográficas, fonológicas y semánticas y, por otro, si dichas computaciones están moduladas por el uso de diferentes sistemas de escritura (alfabética, no alfabética) o la transparencia ortográfica. Llevamos a cabo investigaciones en cuatro idiomas muy diferentes entre sí: el español, el inglés, el hebreo y el chino.
Para poder delimitar el circuito de lectura, también combinamos medidas de resolución laminar funcional de fMRI con una Resonancia Magnética de alta intensidad de campo (7 Teslas) y métodos estructurales avanzados (p. ej., MRI cuantitativa) para distinguir las señales de abajo arriba y de arriba abajo desde y hacia diferentes capas de la vOTC y sus interacciones con otras áreas de la corteza.
El aprendizaje de la lectura se basa en la conciencia fonológica, concretamente en aprender asociaciones entre las representaciones ortográficas y los sonidos del lenguaje, es decir, fonemas. Los niños adquieren un repertorio fonémico completo cuando aprenden a segmentar las señales del habla a la que están expuestos durante sus primeros años de vida. Nosotros estudiamos hasta qué punto la mala sincronización entre la actividad neural oscilatoria en las cortezas auditivas y los ritmos del habla a los que se ha estado expuesto resultan en un procesamiento del habla temprano atípico que, a su vez, puede desembocar en dislexia del desarrollo. Por otro lado, nos interesa conocer cómo las personas con dislexia, que generalmente no muestran déficits de comprensión, compensan la mala sincronización lenguaje-cerebro. Aún se desconoce si pueden beneficiarse de la información contextual para segmentar y reconocer los estímulos lingüísticos y si los niños con mejor sincronización lenguaje-cerebro desarrollan una mejor habilidad lectora en la etapa de prelectura.
¿Podemos predecir el comportamiento de los niños respecto a la lectura basándonos en su sincronización lenguaje-cerebro, así como en la caracterización funcional y estructural de sus conexiones talamocorticales? Estamos llevando a cabo un proyecto a gran escala para averiguar si la sincronización lenguaje-cerebro observada en los bebés constituye un marcador neural fiable del desarrollo potencial de trastornos de lectura (especialmente en niños con riesgo de dislexia). Por otra parte, nuestro objetivo es desarrollar un modelo mecanístico de la función del núcleo talámico y las conexiones talamocorticales en lectura típica y dislexia, además de crear modelos computacionales basados en las redes neurales profundas que pueden predecir el comportamiento lector a partir de dichas medidas cerebrales; esto nos permitirá estimar el futuro comportamiento lector de un niño a partir del perfil prelector de su cerebro.
Nuestros investigadores están desarrollando intervenciones para niños con riesgo de dislexia, con el propósito de mejorar su sincronización lenguaje-cerebro mediante neurorretroalimentación. La sensibilidad a las propiedades rítmicas del habla de un niño podría mejorarse por medio de protocolos de interfaz cerebro-ordenador y juegos con sonidos rítmicos y música. Al mismo tiempo, estamos creando nuevas herramientas para el diagnóstico de la dislexia.